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Foto del escritorVirginia Magi

Un abrazo más


Rene y Juan son dos viejos amigos. Ambos viven en el mismo pueblo, en la misma cuadra y son hinchas del mismo club; Newbery – Everton de Cruz Alta.


- Rene, ¿lo veremos campeón una vez más?


- Pero claro, Juan. Claro. El fútbol, una más nos va a regalar.


Rene y Juan, además de vivir en la misma cuadra, viven el uno al lado del otro, los dos frente a la sede del club de sus amores. Todas las tardecitas salen a caminar, van hasta la cancha de Newbery y se detienen. Pueden estar horas frente a esa entrada que el tiempo no avanza. Para ellos, ese lugar, es el mejor lugar para conversar.


Esa entrada es un viaje a su infancia, a sus momentos más felices.


Detenerse y recordar, de eso se trata. Todos los días de la semana, menos el domingo, claro. El domingo no porque juega el “verde”.


Detenerse y preguntar, una y otra vez, ¿Por qué no se nos da? ¿Será la próxima?


El inconsciente, muchas veces, habla por sí solo y se podía escuchar en el regreso a casa, antes de que el sol desaparezca por completo, la respuesta a esa pregunta; “claro que se nos va a dar”.


Rene y Juan, en todos estos años nunca faltaron a un partido. Para ellos, ir a la cancha, era algo sagrado. ¡Imagínense si habrán vivido momentos! Todos eran especiales por una u otra razón. Lágrimas, emociones, abrazos, gritos de gol, decepción… siempre juntos, y a su vez, junto a sus respectivos hijos. Pero algo faltaba, algo les faltaba a ellos para que la felicidad los abunde por completo.


- Juan, que lindo sería poder vivir un campeonato más y abrazar a mi nieto.


- Siempre hay guardado un abrazo más, amigo. Siempre.


Estos viejos amigos tienen nietos de 10 años, que son pequeños pero que a su vez, con su corta edad pueden entender el amor por una institución, sus colores y su escudo…


Rene y Juan ya están grandes pero cuando te los cruzas, te dicen siempre que ir a la cancha les da vida.


Newbery venia de perder varias finales seguidas y eso, era muy doloroso. Y lo es, porque la sensación que le deja – de a ratos – a los más grandes, como Rene y Juan, es una sensación un poco amarga, como si las posibilidades de un abrazo más, se agotaran con el paso del tiempo.


Un nuevo año estaba por comenzar.


- Pasamos por tantas cosas, Juan. Nos ilusionamos tantas veces, ¿Cómo no lo vamos a volver a hacer?


Rene y Juan, en una de esas tantas charlas que tenían frente a la entrada de la cancha, recordaron la cantidad de años que hacía que el “verde” no salía campeón.


- 20 años se van a cumplir de la última vez. ¡20!


- ¡¿No se nos dará, Rene?!


La temporada anterior Newbery había perdido la final del torneo apertura. Los desafíos se renovaban, pero el objetivo seguía siendo el mismo. ¿Y qué mejor que este año para buscar esa posibilidad que nos lleve a dar un abrazo más?


Los partidos pasaban y el “verde” avanzaba. La ilusión crecía y el deseo de verlo campeón era cada vez más grande. Y estaba cada vez más cerca.


7 de julio, primera final.


Newbery era otra vez protagonista y su rival, era el mismo verdugo de las batallas más dolorosas en estos últimos años: Corralense.


Hubo goles, emociones y sufrimiento, sin embargo, el primer partido no tuvo dueño. La esperanza seguía intacta y aún estaba la oportunidad de dar la vuelta en cancha de ellos.


14 de julio, segunda final.


0 a 0 y a la espera de una tercera final. ¿Quién lo hubiese imaginado?


- Se nos va a dar, Rene. Se nos va a dar.


Juan tenía el presentimiento que esta vez era de ellos. Se cumplían 20 años de aquella última vez, ante el mismo rival de aquel último campeonato, no había forma que no se les dé, porque como su tío siempre decía, “todo se da en el momento que se tiene que dar”.


21 de julio, cancha de Boca Unidos, Camilo Aldao.


90 minutos.


Rene y Juan estaban juntos, como cada partido de cada temporada. Uno sentado al lado del otro. Esperando…


El árbitro pita el final. Empate en dos y… ¡penales!


Los nervios se adueñaban de todos los otros sentimientos. Había que creer y confiar, porque justamente eso es lo que Newbery les había enseñado.


- ¡Se nos dio, Juan, por fin se nos dio!


El “verde”, al fin, había podido gritar campeón. El tío de Juan tenía razón, todo se da en el momento que se tiene que dar. El hincha estaba eufórico, emocionado… Rene y Juan se perdieron entre la gente en busca de sus nietos.


Se encontraron, se miraron a los ojos y se fundieron en un abrazo eterno.


Ahora sí, la felicidad estaba completa. Nada faltaba.



Virginia Magi

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