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Foto del escritorVirginia Magi

El asombro y la emoción infinita.


Benjamín y el "6" por todas partes en una noche humeda.

No te olvidan.

No te olvidamos.

No te olvido.


Mentiría si dijera que a mamá y a mí, pero sobre todo a mamá, no le sorprenden las muestras de respeto y amor que la gente todavía te demuestra a diario. Ella, justo ella, si, quien estuvo, acompaño y vivió de cerca aquella transformación de ídolo-leyenda, quien vivió y presenció cada muestra de amor, cariño y respeto que todo compañero, rival e hincha (sea propio o ajeno) te demostraron dentro y fuera del campo de juego durante toda la vida. Ella, aun se sorprende de todo ese amor, imagínate yo. Mentiría si dijera que no. Cada muestra, gesto o palabra nos sumerge en una emoción infinita.


En un amor que no se olvida, que no se olvidara. Nunca.


Me acuerdo que solía sorprenderme cada vez que veía a los más chicos, inclusive mucho más chicos que yo, idolatrar con su efervescencia de hincha y mantener vivo – en su recuerdo diario –  a Diego Maradona. Pero que te voy a decir a vos, viejo, y menos del Diego. Hoy, a consecuencia de aquel recuerdo nostálgico que aparece de a ratos me sorprendo con Bautista, quien te tiene como el gran ídolo y emblema, como su capitán y consejero, el que defiende con su vida – como hacías vos (y por vos) - este escudo cada domingo, y Benjamín, el más pequeño y dulce, el que aprendió a cabecear con vos, el que pide usar la “6” en cada partido que le toca y al que aún sin saberlo en sus sueños de seguro sigue pidiéndote algún consejo alguna de las tantas tardes que jugaban a la pelota en la esquina de casa.


Nos sorprende el amor en lo cotidiano. El respeto. La admiración. Nos sorprende, todo. Absolutamente todo.


No hay día, que no te recuerden.  No hay día, u oportunidad, que no aprovechen para enaltecer tu nombre, tu figura. No hay día que no demuestren amor y respeto. No hay día que no nos quedemos tranquilas de que, si alguna vez a nosotros nos intenta vencer el cansancio, la nostalgia o la melancolía, ahí van a estar ellos, para hacerles saber al mundo entero quien eras. Y darnos un abrazo en lo más profundo del corazón que ni ellos saben que nos los están dando.


Suelo preguntarme de a ratos, en momentos de soledad donde solo estamos nosotros mismos con nuestros propios pensamientos y sentir, como hacer para que no te olviden, aunque sé, sabemos y siempre supimos desde un principio, que eso jamás pasaría. Pero de igual manera hay inquietudes que de a ratos aparecen en la vida. Quizás, algunas son mas preguntas que inquietudes en si, en fin. En cuanto a eso, desde hace rato, esa mínima inquietud – pregunta o lo que parecía que fuese, dejó de serlo y se convirtió en la tranquilidad de saber que más allá de todo, ahí están ellos - Bautista, Benjamín -, que le cuentan a quienes los rodean, quien eras, (y quien sos).


Hoy estos niños de casi la misma edad que tenían aquellos que no nos sacaban del asombro al admirar tanto a su edad a Diego, y aquellos nuevos que llegan y vendrán, saben - y sabrán - lo que tienen que saber de vos. Lo que sos, fuiste y significas.  Para la vida. Y la institución. No se si ellos entienden o dimensionan en palabras aquel sentimiento, algunos son muy chicos, pero la admiración con la que esos dos hablan y se refieren a vos dice más que cualquier otra cosa. Y trasmite lo que solo la expresión del sentir puede trasmitir. Porque a veces, esa es la mejor forma de comprender.


Estamos tranquilas, viejo, aún en el asombro, en la emoción, y sorpresa de todo el amor diario, estamos tranquilas de que el “6” sigue y seguirá siendo tuyo por el resto de la vida. Te pertenece. Si no, pregúntale a Benjamín, quien se encarga de hacer saber – una y otra vez - que la “6” es la del Code.


No te olvidan.

No te olvidamos.

No te olvido.


Al contrario, no hay momento en el día en que no te extrañemos.



Virginia Magi

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