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Foto del escritorVirginia Magi

Apuntes de la vida. O carta abierta al sentir.


¿Cómo estás? De las preguntas que más se repiten en el ser humano. Muchas veces decimos bien, porque así lo estamos, otras veces nos sinceramos. Y hay veces que, al decir bien, dejamos entrever un suspenso, como si la frase no la pudiésemos continuar porque aún nos encontramos, de algún modo, comprendiendo a la vida.


Si, comprender la vida. Entender. De qué va. De lo que es. De lo que fue. Y de porque pasa lo que pasa. Comprender al sentimiento que nos rodea, y que, en ciertas oportunidades, habla por nosotros. Que toma las decisiones que nuestra razón quiere evitar. ¿Por qué? ¿Será porque el corazón también quiere sentir? De los errores, de las equivocaciones de ese sentir, aprendemos, nos hacemos fuerte, pero no podemos evitar, por más que queramos, que el corazón sienta. Si no sentís, no comprendes. Y para entender es necesario sentir. Pasar por eso.


¿Qué hay de la resistencia que el corazón (junto a la razón) le ponen al sentir? ¿Es posible controlar aquello? Alguien dijo una vez que debemos hacer lo que sentimos, que la vida se trata de eso. De sentir. Y creo, que por más resistencia que le pongamos, cuando el corazón quiere, el sentimiento sale a flote por cada uno de los poros de la piel y arrasa sin siquiera detenerse en una milésima de segundo en lo que el propio corazón pone en juego. En el daño que, puede llegar a sentir. Pero ahí está, el sentir otra vez. ¿Cómo sé que el corazón va o no a sentir daño? ¿Es posible saberlo si no lo intento? ¿Si no lo siento?


¿Y qué hay de aquella resistencia que, el propio sentir, le pone al corazón y a la razón? ¿Se puede controlar? ¿Por cuánto tiempo? quiero, pero algo del sentir prefiere evitar(nos) aquel encuentro. ¿Dejar que suceda o que no suceda? ¿Qué hacemos con la duda de la indiferencia?


Ahí está, otra cuestión que tiene el sentir, la indiferencia al sentimiento propio y ajeno. ¿Acaso, ser o mostrar cierta indiferencia se relaciona con la dureza del corazón para que aquel encuentro (o no) no se prolongue o no duela? ¿no suceda? ¿Qué extendemos con mostrarnos indiferentes al otro en el sentimiento? Indiferencia, un comportamiento repentino que cuesta entender. No siempre sucede, pero las veces que sucede, dicen, deja un sonido que resuena dentro de uno que solo se silencia preguntando(nos).


El sentir, la razón, el corazón, todo de cierto modo se relaciona y actúa a medida que la vida transcurre y las decisiones de la misma se presentan. ¿Qué nos hace pensar, por ejemplo, que el mostrarse indiferente nos aleje del otro? ¿O, que aquella resistencia que el corazón (junto a la razón) le ponen al propio sentir se mantenga firme hasta el final y no se derribe antes? O, más aun, ¿Por qué quitarle la posibilidad al corazón de sentir? ¿Quién nos asegura que el “no” sentir no duela más?...


La vida, o - gran - parte de ella, es también intentar tener una mirada más clara de ciertos aspectos. Para así, de apoco, ir comprendiendo a la vida.




Virginia Magi

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