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Foto del escritorVirginia Magi

Siempre voy a estar


Hay momentos en la vida en donde uno siente la necesidad de estar presente en un lugar. Pero no cualquier lugar.


Eso fue lo que sintió Adrian, amigo y vecino de Gastón. Adrian sentía la necesidad de estar en el Estadio Alfredo Beranger. Su equipo había descendido fechas atrás, pero a él eso no le importaba. Lo único que le importaba a Adrian, era estar ahí. En ese día. En ese momento. En ese lugar.


Temperley recibía a Patronato en lo que sería su último partido de local en Primera División. Era domingo por la mañana y Adrian se encontraba ahí.


Mientras esperaba que las puertas de ingreso al estadio se abran, recordaba. Y no se le ocurrió otra cosa que recordar momentos de aquellos cuatro años que Temperley estuvo en Primera División. “Cuantas cosas vivimos, viejo”, suelta Adrian al aire, con brillos en sus ojos mientras observaba a la gente pasar con la camiseta del “Cele” y gritando bien fuerte, una y otra vez; “vamos a volver”.


Adrian le había dicho a su amigo que iba a ir a la cancha, por costumbre y por la necesidad de estar ahí. No le importaba si el equipo perdía, empataba o ganaba. El quería estar. Quería acompañar y aplaudir a ese grupo que dejo la vida en cada partido. Ese grupo que entrego el corazón en cada pelota.

Facundo Tello – árbitro del encuentro – dio el pitazo inicial. Pasado los 12 minutos, gol de Patronato. La hinchada local, seguía alentando de la misma manera; como si el marcador seguiría estando cero a cero. Al rato, otro gol de Patronato; la cosa se ponía 2 - 0 y sin embargo la gente, no dejaba de alentar. Los minutos corrían y el hincha alentaba, aplaudía, agradecía. Temperley logra el descuento y se desata la euforia.


Adrian, miraba a su alrededor. Todo era una locura. Y gritaba, al compás de la gente; “vamos a volver”.


Todo era una locura. Adrian se encontraba en el lugar que quería estar. Y esas sonrisas – de emoción mezcladas con tristeza – que se podían ver en el rostro de cada uno de los que estaba en la cancha, demostraban que nada podía ser más fuerte que el amor por los colores.


Adrian quería estar ese domingo por la mañana en el Estadio Alfredo Beranger. Por ellos y por amor a Temperley. Estar, porque sentía la necesidad de estar.


“Cuando arranque el próximo torneo, también voy a estar, en el mismo lugar de siempre, apoyando y aplaudiendo a los jugadores que dejan todo por esta camiseta”, repetía una y otra vez Adrian mientras bajaba las tablas de la tribuna.


En la salida, Adrian se encuentra con Gastón, su amigo y vecino. Se funden en un abrazo que duro varios minutos. Y mientras alguna que otra lagrima caía sobre sus rostros, ambos se dijeron al mismo tiempo: “vamos a estar, porque la pasión no entiende de categorías. Vamos a estar, por amor a estos colores. Por amor a Temperley. Siempre vamos a estar…”


Virginia Magi

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