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Foto del escritorVirginia Magi

No importa cuál sea el color


El fútbol no se trata de correr detrás de un balón como piensan algunos. El fútbol es mucho más que eso.


Muchas veces, creemos, que en el fútbol, lo que pasa dentro del campo de juego, debe quedar dentro del campo de juego. Coincido en parte con eso. Pero creo, que hay cosas, que no solo se deben quedar ahí. Hay cosas que deben traspasar esas barreras. Traspasar ese tejido que separa a la gente del jugador. Traspasar para hacerse escuchar.


En el fútbol también existe el folklore. Ese famoso folklore donde el que gana carga al otro. Y donde el que pierde se la banca con la ilusión de tener, en el próximo enfrentamiento, una revancha. El folklore es esa tradición sana, aunque a veces la cargada duela. En el fútbol, todos quieren ganarle a su máximo rival. Miento si digo que eso no es así. Cuando la pelota empieza a rodar, los que son amigos o familia fuera de ese rectángulo se convierten – automáticamente – en rivales por 90 minutos. Después, todo vuelve a la normalidad. El amigo vuelve a ser amigo. La familia vuelve a ser familia.


No me quiero desviar mucho del tema principal de este texto. Al comienzo, hice mención a que no todo debe quedar dentro del campo de juego. Una gastada, una polémica, una agresión, un mal entendido, esas cosas sí. Cuando el árbitro indica el final, todo eso queda ahí dentro. Y más aún si vivimos en un pueblo en donde todos se conocen con todos. Pero con el “traspasar barreras”, me refiero a los gestos que se destacan. Tanto de un equipo, como del otro. O de ambos… Gestos que merecen ser valorados.


Era domingo por la tarde. Huracán recibía a Federación. No era un partido más. Era el clásico del pueblo. Camisetas rojas por un lado. Camisetas azules por el otro. Cada jugador, correría hasta el último minuto el balón que este en juego. Cada cual, defendería su camiseta. Defendería su escudo. Defendería lo suyo.


A veces pensamos, que la rivalidad eterna, impide que un color se entrelace con otro. Pero nos equivocamos. El fútbol tiene el poder suficiente para hacer y hacernos entender, que en algunos ámbitos de la vida, no importa cuál sea el color que te identifique.


Los equipos ingresaron, saludaron a su gente y se tomaron una foto con una bandera que decía: Justicia por Juan Cruz Ibáñez. Algunos, tal vez, habrán pensado que todo quedaría ahí, pero los que creen en el fútbol, estaban seguros que esos colores, al menos por un ratito, se iban a entrelazar.


Y sucedió. Jugadores mezclados, ambas banderas sostenidas por los propios protagonistas en el centro y una foto que retracto el momento justo en el que el rojo y el azul se unieron para pedir: Justicia por Juan Cruz.


Es a ese tipo de gesto a lo que me refería al inicio de este texto. Estos pedidos de justicia deben traspasar cualquier tipo de barreras y hacerse escuchar. No importa si en la barrera está el defensor más alto, siempre habrá alguien del otro lado del balón que logre derribarla. Aplaudo, como aplaudió la gente en el momento de aquella foto. Destaco a los equipos. Y valoro el gesto.


Creé en el fútbol. Porque el fútbol, en estas cosas de la vida, no entiende de colores.


Y no nos olvidemos; #JusticiaPorJuanCruz.


Virginia Magi


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