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Foto del escritorVirginia Magi

Motivos de un sentimiento



En los pueblos, las inferiores, se juegan los días sábado. Generalmente, los partidos arrancan temprano. 13.30 y terminan cerca de las 18.00 has.


Gigi, es hincha de Federación. Gianluigi es su nombre y Gigi, su apodo. Se llama igual que el gran Gigi Buffon. Supongo, que la elección del nombre y del apodo, viene por ese lado, ya que su padre es fanático de la Vecchia Signora.


Gigi es hincha y ama a estos colores. Los domingos de cancha para él, son sagrados, como lo son para cualquier futbolero de ley. Ver a Federación era su costumbre más hermosa.


Los domingos no faltaba nunca. Y los sábados, cada partido que los juveniles jugaban en el Norman Montechiari, iba. Se llevaba su equipo de mate y disfrutaba de ver como los más chicos defendían – con pasión – los colores que él tanto quiere. De visitante no iba tanto, no porque no quisiera, si no, porque los vehículos estaban llenos, sus viejos trabajaban y el prefería cederle el lugar – que quizás podía ser su lugar –, a un jugador o a un familiar para que viaje a ver a su hijo, sobrino, primo…


Gigi siempre cuenta, con mate de por medio, que no recuerda cuando fue exactamente que ir los sábados a la cancha a ver a los pibes, se había vuelto otra costumbre hermosa. Tan hermosa, como los partidos de domingo.


“Tomemos al club como un humano; para vivir, el corazón debe latir. Y el corazón, en este caso, son las inferiores. Y les aseguro, que con estos pibes, tenemos vida para rato”.


Gigi suele tirar algunas de esas comparaciones que, en cierto punto, te hacen sonreír y entender a la vez, la realidad que se esconde en cada palabra.


Las inferiores son el corazón del club. Gigi tiene razón.


El torneo regular había terminado, y Gigi, aun seguía yendo los sábados a la cancha, con la particularidad de que solo jugaba la Quinta. No entendía el motivo de la asistencia perfecta. Su cabeza lo hacía pensar en el próximo partido y su corazón, le decía, que había que seguir a los chicos…


Sábado 22 de junio, Berabevu, Santa Fe.


¿Por qué no se juega de local o en la cancha del rival que nos tocó? Se preguntaba y preguntaba Gigi.


En la Liga Interprovincial, las instancias finales de las divisiones inferiores, se juega en dos sectores – por decirlo de alguna manera –, en cancha neutral. Y la final, en caso de llegar a la final, ahí sí, en cancha propia y del rival. Ida y vuelta.


La 5ta de la rana había clasificado a los cuartos de final y jugaría contra el primero de la tabla; Arteaga. Partido durísimo.


Hacia Berabevu viajaron los chicos de 5ta, el cuerpo técnico, los familiares, los amigos, algunos hinchas y Gigi.


Arranca el partido. Federación tocaba la pelota, jugaba simple, algunos jugadores se destacaban… pelota parada y gol de la rana. Gigi aplaude, como así lo hicieron también todos los que estaban ahí.


¡Vamos chicos, vamos!


En el segundo tiempo hubo más emociones. Gol de goleador para aumentar el marcador y a unos pocos minutos, el gol – golazo - que sentencio la serie. El rival intentaba, sí, pero la defensa estaba sólida. Todo parecía indicar que iba a terminar de la manera que termino: 3 – 0 y clasificación a la próxima instancia.


¡Bien chicos!, grito Gigi, y coincidió con todos en un grito y aplauso cerrado.


Sábado 29 de junio, Arteaga, Santa Fe.


El primer paso ya estaba hecho. La ilusión crecía a pasos agigantados. Porque para decir verdad, ganarle por tres al puntero no podía ser tomado como una boludez, o un simple partido más… ¡y más si se trata de una instancia final!


No solo la ilusión de Gigi crecía a pasos agigantados. Lo que estaba pasando era que ese grupo de chicos, tenía todo lo necesario para conseguir lo que se propusieron a comienzo de año. Conseguirlo, pese a todo. Y el saber eso, hacía que Gigi y los demás hinchas, crean.


El próximo destino era Arteaga. Y Alianza, sería el escenario de esta semifinal. La rana, como para no perder la costumbre, estaba ante otro desafío bravo; Independiente.


El partido comenzó como el clima de ese sábado; gris y lluvioso. Pero enseguida, la rana reaccionó. Golazo de tiro libre y un remate cruzado del lateral izquierdo después de un caño al rival dentro del área chica para dar vuelta el encuentro. Federación había ganado. Respondió a esa derrota momentánea, de la mejor forma; con paciencia, entrega y fútbol.


El boleto a la final estaba casi en la palma de la mano. Restaba solo unos minutos para que arbitro marque el final. La gente que viajo, comenzó a pararse, a tener nervios, a sentirse ansiosos…


El sonido del silbato del árbitro marcando el final y el ¡vamos chicos! de la gente se entrelazaron entre sí. El aplauso era cada vez más fuerte y de fondo se podía escuchar a los chicos cantar con el corazón. Todos juntos.


Faltaba el último paso. Y convencimiento, había de sobra.


“¡Quiero ser campeón!” Y “Hay que traspirar la azul y blanca” fueron las frases que más se repetían en la semana previa.


Gigi estaba emocionado. No paraba de hablar de la quinta y destacaba, una y otra vez, el amor, la entrega y el compromiso de estos chicos.


A pesar de que Gigi no tenía tan en claro todavía el motivo por el cual seguía a esta quinta, se lo podía imaginar. Escuchándolo hablar, el motivo estaba bastante claro.


Sábado 6 de julio, Norman Montechiari, Los Quirquinchos.


La final era ida y vuelta. El primer escenario seria su propia casa. Gigi preparo el mate y fue al lugar de siempre.


0 – 0. No era el mejor resultado, pero tampoco el peor. Gigi decía, al igual que su abuelo, que todo resultado esconde algo positivo. En este caso, el arquero no había recibido goles. Y eso, era una buena noticia.


Sábado 13 de julio, Juan Raymonda, San José.


Solo 90 minutos. Y nadie dijo que iba a ser fácil.


El fútbol es momento. Es emoción. Y mucho de eso paso en esta segunda final.


La rana ganaba 2 – 0, y en su mejor momento, en una ráfaga de minutos, el partido se encontró en un 2 a 2 que podía ser para cualquiera.


“Se lo vamos a ganar en la última pelota…” se escuchó decir a Gigi mientras se llevó las manos a la cabeza.


No había demasiado tiempo. El que se desesperaba, perdía. Por suerte, estos chicos, no se volvieron locos. Ellos sabían, que una más les iba a quedar. Y así fue.


Minuto 82’ y gol de la rana en la última pelota del partido. Gigi, una vez más, estaba en lo cierto.


El árbitro indica el final. Todo era felicidad.


La emoción se pudo ver en cada uno de los que estaban presentes, y también, se pudo sentir en aquellos que estaban – a distancia – atentos a lo que pasaba con estos chicos.


Federación es campeón del torneo apertura.


Consiguieron, lo que se propusieron.


Costo, pero valió la pena. Y si no se sufre, no somos nosotros.


Gigi los veía, aplaudía y sonreía. Por ellos y por él, que de una vez por todas, había entendido cual era el motivo que lo llevaba a seguirlos. Y se trataba, al igual que el fútbol, de amor y pasión.



Virginia Magi.

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