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Foto del escritorVirginia Magi

Motivo: un viaje rápido por el presente real



Doña Adela es una mujer ajena a la tecnología. No porque no quisiese o no tuviese la posibilidad, simplemente es una mujer que prefiere – en medio de este mundo moderno – las conversaciones cara a cara, si es con una taza de café, de té, o mate de por medio, mejor aún, o si no, a través de cartas. Doña Adela escribe desde tiempos remotos, en su niñez, su abuela la sumergió en un mundo de pasión y sentimientos. En un mundo literario que la atrapo desde el primer libro que observó. Desde aquella vez hasta ahora, nada de eso cambio. También, es una mujer de familia amplia. Y al parecer, el nieto más pequeño, heredo su costumbre. Ojo, “Pascual” – como así lo llamaba Adela –, es un chico moderno, empapado de tecnología, pero también, de lápiz, papel y libros. Con el resto de la familia se comunica por teléfono, pero con Doña Adela lo hace a través de cartas. No importa si la distancia que los separa es corta o extensa, lo único que le importa es mantener viva esa (su) costumbre.


Desde el televisor se veía a un mundo que poco a poco se iba alarmando. En las radios las noticias que se escuchaban eran un poco preocupantes. Nadie tenía (tiene) certezas. Todo era (es) incertidumbre. Ante el caos que se aproximaba, Adela, decidió quedarse en casa y no salir. Su casa es su mundo. Conforme a eso, se tranquilizo, retomo la lectura y la escritura, volcar sentimientos en un papel al parecer la aliviaba. La hacía sentir cerca de los suyos.


Una tarde de abril, mientras vertía el agua caliente en el termo, vio que por debajo de la puerta se asomaba un sobre blanco. Era una carta. Adela sostenía que las cartas tenían un perfume especial. De lejos sonrió, sabiendo que ese perfume llego a su corazón.




Para Adela; un viaje rápido por el presente real.


El tiempo parece volvernos un poco más locos de lo normal. La situación acá, para decir verdad, no está del todo bien. El virus se reforzó como si tuviese que disputar la final de la Liga de Campeones ante el mejor equipo. Igual, le damos pelea. Por los que están y por los que ya no. ¿La gente? Se cuida, si. Pero no todos se cuidan de la misma manera. O no todos tienen los mismos cuidados. Sostengo que cuidarse, es cuidar también al otro. Pasa por cada uno y a su vez, a consecuencia de eso, por todos. Nosotros estamos bien, por suerte. Tranquilos. Pero el mundo y la Argentina, no. No está bien. No está tranquilo. Todo parece desmoronarse por completo, pero hay algo, aun, que nos mantiene de pie. Supongo que el amor, no sé, suena cursi, trillado, pero por ahí… En cuanto a mí, escribo. Si, todavía escribo, aunque no lo creas. Noche y día. Todo el tiempo. Me di cuenta en estos tiempos que escribir me alivia. Y entre nosotros, Pascual, no creo ser el único.


Nos volveremos a abrazar. Te lo aseguro.

Cuidate mucho.


Tu nieto más chico.




Doña Adela sonrió. Emocionada. Repitiendo en voz alta las últimas palabras de esa carta.


“Nos volveremos a abrazar. Te lo aseguro”






Virginia Magi

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