En el fútbol hay partidos que son maravillosos, jugadas que son maravillosas y goles que nos maravillan, que nos transportan a otro lugar. Un lugar diferente, extraordinario, asombroso. No importa bajo qué contexto se da; si en una práctica, en un amistoso, por los puntos o en la final del mundo. Importa que se dé, porque a fin de cuentas, que se dé es lo que nos hace ir hasta ese otro lugar.
Nos sentimos maravillados por algo que no sabemos ni siquiera porque nos maravilla.
¿Pero por qué? ¿Qué es lo que tiene ese tipo de goles – en este caso – que nos hace sentir maravillados? Quizás sea porque despiertan sentimientos que rara vez se despiertan. Sentimientos silenciosos, de esos que se vuelven difíciles de explicar a pesar de demostrar ante toda persona que ese gol, no es cualquier gol y nos maravilla. ¿Será esa la respuesta adecuada para una situación así? ¿O será que este tipo de situaciones, donde se tiende a sentir una sensación de felicidad infinita, deben ser vividas para poder entenderlas?
El fútbol es emoción. Nunca deja de ser emoción, y tal vez eso, es lo que lo hace tan hermoso.
El hincha espera ansioso el inicio del torneo. Lo espera con ilusión, con ganas. Quiere que a su equipo le vaya bien y que su delantero la rompa. Desea de todo corazón que el 9 tenga un gran torneo, sea goleador, los acerque a la gloria y le regale goles hermosos con una definición única. O goles típicos de goleador. Goles, de cualquier forma y color, goles. Y espera los partidos de domingo para abrazarse con el de al lado, gritar eufórico, emocionarse, sorprenderse. Espera encontrar (y vivir) en algún momento esa sensación de felicidad infinita.
- Viejo, ¿Cuál fue el gol más lindo que viste en tu vida? Me refiero al gol que más te maravillo.
- Déjame pensar, que de seguro hay muchos…
El domingo fue el clásico del pueblo. El equipo de Oliver jugó ese partido como hacía tiempo no jugaba un clásico. Y Oliver se maravilló tanto como nunca antes en su vida lo había hecho.
- ¡Mira esa chilena, viejo, el 9 está loco! Y te digo más, no sé cuál será el mejor gol que viste en tu vida, no sé, pero no me lo digas ahora, probablemente no te escuche ni te preste atención, no porque no quiera hacerlo, es que estoy…estoy maravillado, viejo. Maravillado. Discúlpame.
En cuestión de segundos y casi sin darse cuenta Oliver estaba en ese otro lugar, eufórico, sorprendido, sin poder creer lo había visto.
- ¡Que locura! Este muchacho está loco…
¿Sera que lo diferente, lo inesperado, es lo que nos hace sentir así? Porque sucede, que aquellos goles que nos maravillan, terminan siendo siempre aquellos que no se acostumbran a ver todos los días.
Virginia Magi
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