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Foto del escritorVirginia Magi

La tía “Edi”; protagonista de una frase llena de emoción.


Pablo Becker y Diego Becker

Una jugada. Un gol. Y un “vamos hijo” que sobresalió entre tantas voces. Me detuve en ese momento. En esa frase; y la volví a escuchar. Ese “vamos hijo” fue seco, como si la propia emoción había abundado por completo a la persona que lo dijo sin permitir que siga agregando palabras a esa frase. Al principio no me daba cuenta quien era la protagonista de esa frase alentadora. Volví para atrás y la escuche por tercera vez. No dude; ese “vamos hijo” lo había dicho la tía Edith. “Edi” para la familia. Madre de Pablo y Diego: los responsables de esa jugada, de ese gol y de ese “vamos hijo” con lagrimas en los ojos de una madre que estaba frente a un momento único. Maravilloso. Un momento que la hizo volver en el tiempo al barrio, a ese verde césped que sigue estando frente a su casa, disfrutando – con el mate en una mano y el termo en la otra – a sus hijos jugar a la pelota.


Para que la conozcan un poquito: la tía “Edi” es rubia. Tiene unos 57 años y está casada con Sergio, su compañero de toda la vida. Una familia sencilla, trabajadora y unida. Juntos, tienen seis hijos; tres viven en Rosario y los otros tres, en Los Quirquinchos. La tía “Edi” vive en el pueblo, y fin de semana de por medio viaja a la ciudad a visitar – una visita casi fugaz porque el lunes tiene que volver al trabajo – a sus hijos. Y de paso, aprovecha esos días para verlos jugar.


Era sábado por la mañana y la tía “Edi” ya estaba en Rosario. Preparó sus cosas y con Sergio fue camino a la cancha como lo hacía siempre. Jugaba la reserva de Rosario Central ante Argentino Juniors en la Ciudad Deportiva del club, en Granadero Baigorria. Hasta ahí, parecía que esto se trataba de un partido más. Pero no. Este partido era especial para la tía “Edi” y la familia. Jugaban ellos; Pablo y Diego. Por primera vez, dos de sus hijos estaban compartiendo equipo. Por primera vez, la tía “Edi” iba a disfrutar de esos pases que se daban el uno al otro – como aquellos que solían darse en el barrio– dentro de una cancha profesional. Ahí estaba la tía “Edi” y Sergio. Sentados en el lugar de siempre, a la espera de algún pase que la lleve a recordar.


Uno se preguntaba –desde su lugar – como iba a reaccionar la tía “Edi” frente a esa situación. ¿Gritara de alegría?, ¿llorara de emoción?... no lo sabíamos hasta que eso suceda. Y la vida hizo que suceda ese sábado por la tarde ante Argentino Juniors. De Pablo para Diego – como en el barrio – para poner el 1 a 0. Ese gol quedara grabado en la retina de ambos. Y aquel “vamos hijo” sin ninguna palabra más fue la respuesta a nuestra curiosidad. La tía “Edi” se había emocionado.


Virginia Magi

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