Siempre que miramos fútbol nos detenemos en algo. Siempre hay un momento en el partido, que vemos a alguien. Nuestra mirada se queda con algo que nos llamó la atención sin que nosotros nos diéramos cuenta de cuando fue que paso eso. Simplemente, nos detenemos.
Algo hay de aquel jugador que nos sorprende; su juego, su gambeta, su entrega, su velocidad, el color de sus botines, como usa el pantalón, si lleva las medias bajas, un gesto en el medio del partido, no sé... Algo. Siempre algo hay que hace que nos detengamos en ese jugador y le prestemos un poco más de atención que al resto.
Esa atención que le prestamos a ese jugador determinado, es solo por un rato. – no siempre se trata del mismo–. Ese rato, basta para que de nosotros salga una expresión – a veces en voz alta – sobre aquello que nos asombró.
De ese jugador que a veces ha jugado de central, pero que en la mayoría de los casos lo ha hecho de mediocampista, me sorprendió su entrega y pasión. Durante todos estos años que Ramón jugo al fútbol, eso fue lo que me sorprendió.
Ramón era de esos jugadores con carácter y personalidad. Sabia cuando tenía que intervenir – aunque a veces no se controlaba – y cuando no. Siempre defendía a los suyos.
Ramón, como cualquier otra persona de pueblo, trabaja; él no vivía “del fútbol”. No. Debía trabajar, porque tenía una familia que atender. El trabajo, muchas veces, le pasaba su factura a la hora del desgaste físico. Y eso era, porque el trabajo, muchas veces le impedía entrenarse normalmente a la par del grupo. Sin embargo, siempre que le tocaba jugar, Ramón se entregaba al máximo por la camiseta.
Parecería como si ese dolor en el cuerpo por el desgaste físico del trabajo y la edad, no existía al momento de jugar. El ingresaba al campo y corría una pelota como si estuviese en sus comienzos, o como si no lo dolería ninguna parte de su cuerpo. El solo, hacia lo que tenía que hacer, para ayudar al grupo.
Ramón pensó muchas veces en retirarse. Cada inicio de torneo decía la misma frase; “esta es mi última temporada”. Sin embargo, siempre volvía por una revancha. Él sabía que si se iba, dejaba algo pendiente; y eso, era lo que lo hacía volver a intentarlo. Al menos, una temporada más. Él sabía, que cuando logre eso, ese si sería el final de su carrera como futbolista.
Volvió. Más de una vez volvió. Y más de una vez, lo intento. Esta ultima vez, a diferencia de las otras, es que lo consiguió. Y ese Torneo Clausura con Federación de Los Quirquinchos aquel 19 de noviembre de 2017, fue el final de su carrera como jugador.
Ramón se fue campeón. El destino, que muchas veces juega en contra, esta vez jugo a favor; y le regaló a “Corcho” – así es como le dicen – unos minutos más como jugador, en un Norman Montechiari repleto, ante figuras de nuestro fútbol argentino.
Y sí. Por su entrega y pasión, “Corcho” se lo había ganado.
Virginia Magi
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