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Foto del escritorVirginia Magi

¡Jodido destino!


Bruno Balbo Mosetto

Perdido entre tu piel,

Se ríe tu niñez,

Se ríe y vos te vas;

Te abrazo donde estés…


¡Que jodida es a veces la vida! ¡Que jodido es el destino!


Maldito destino. Maldita complicidad.


El corazón, suele recibir golpes. Y en ocasiones, esos golpes, son duros. Muy duros.


El corazón no siempre está preparado para recibir y soportar los golpes que tiene la vida. El destino.


Sucede, a veces, que la vida – o el destino – deciden actuar sin aviso. Sorpresivo. Repentino. Y sucede a la vez, que el corazón, ese noble y sensible corazón, no está preparado para la noticia de último aviso que ambos tenían para él.


Por momentos, la vida, se ve influenciada por el destino. Arrebatada. Y el destino, cuando decide tomar las riendas de la vida, se hace presente en este mundo. Y lo hace, en el mejor momento del corazón. Para bien o para mal. Siempre aparece cuando él mismo cree, que es necesario aparecer. Quizás, algunos, cuenten con la suerte de poder evitar que eso suceda. Otros, no.


Es por eso, que cuando el destino pasa a estar al mando, el control de todo lo tiene el. Nadie más que él. Y el corazón, en ese caso, pasa a estar en manos de un juego de azar.


¡Que ilusos somos, si creemos, que al destino le importa la sensibilidad del corazón!


Miércoles 2 de mayo de 2007. La Bombonera. Estadio del Club Atlético Boca Juniors.


Partido de vuelta por la Semifinal de Copa Libertadores de América. Boca jugaba en casa. La pelota no era la gran protagonista de esa noche, tampoco lo eran los jugadores. Si, la niebla.


La jodida niebla que tanto miedo nos hace tener en noches oscuras, donde la única compañía, es la suerte. El azar.


Poco se veía en esa cancha. Mucho menos en la ruta.


El destino no siempre tiene al mismo cómplice. En este caso, fue la niebla. Ambos actuaron juntos, en el momento oportuno. ¿Qué mejor que sorprender a Bruno e interponerse en el camino de vuelta a casa?


Boca había ganado su partido de Copa. Bruno sonreía. Estaba feliz.


Por supuesto que para él, esa noche de Copa, más allá del boleto a la final, era de igual de especial que las anteriores. Por sentimiento. Por amor. Pero para su familia y sus amigos, esa noche no es una noche más. Desde aquel miércoles nunca lo será. Y no lo será, porque se trata de la última noche, en la que Bruno, su Bruno, piso La Bombonera, sonrió y se emocionó al compás de; “te alentaremos de corazón, esta es tu hinchada que te quiere ver campeón…”


Para bien y para mal. El destino siempre se interpone entre nosotros. Algunas veces pareciese disfrutar de las cosas que decide, pero en otras, en cambio, pareciese sentir un poco de culpa, a tal punto, que en ciertas ocasiones, no actúa sin antes hacer que el corazón sonriese una última vez. Y aunque crea que por hacer eso, es menos culpable, no se da cuenta que termina siendo el doble de jodido.


“…Y revivir un domingo hecho del tiempo en el que su amor esta siempre vivo en donde siempre hay risa, en donde siempre hay baile, y en donde siempre es feliz como era…”



Virginia Magi

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