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Foto del escritorVirginia Magi

Guerrero que lucha por amor

Actualizado: 3 feb 2022


Nicolas Galliano jugando en el Gigante de Arroyito, por Copa Santa Fe.

A veces nos cuesta entender, o dimensionar, el amor que se puede llegar a tener por una Institución, por un equipo, por ciertos colores… (nos) cuesta comprender, que lo que hace aquella persona, lo hace por amor, así sin más. Quizás, lo que en realidad más nos cuesta entender, que al mismo tiempo nos lleva a no dimensionar del todo, es el sacrifico que hace aquella persona por esa institución, equipo, o por esos determinados colores que tanta felicidad (nos) dan. Un esfuerzo y un sacrificio que se sobrepone al dolor. No existe el dolor mientras esa persona se encuentre dentro del campo de juego.


- ¿Por qué jugas? ¿Por qué no te cuidas? No lo entiendo, la verdad.


Los porqués de esa decisión se repiten mucho, y suelen ser – al mismo tiempo – protagonistas de los diálogos entre los hinchas; propios y ajenos. ¿Por qué? Una pregunta que lleva – no siempre – demasiado tiempo entender la simplicidad de su respuesta, y más aún comprender el sentimiento que conlleva la misma.


- ¿Por qué juego? Por amor. Y eso me basta.


“Por amor y eso me basta”. Dimensionar el amor y comprender el porqué de esa decisión, o aceptar lo simple de esa respuesta, suele ser difícil si no se vive. O, en cierto modo, si no se comprende el amor que se siente por aquello que luchamos. Por aquello que está en juego.


El guerrero, salvando diferencia, lucha por amor. Toda su vida. Lucha. Por aquellos que representa. Por los suyos. El amor propio lo vuelve fuerte, lo invade de tal manera que, al momento del combate, el dolor ni siquiera se siente. El cuerpo se calienta al mismo tiempo y de la misma manera que lo hace el corazón. El fervor de la pasión derriba cualquier espina que lo quiera pinchar…


“Por amor y eso me basta”, el guerrero lucha porque está en su esencia luchar. Tal vez (nos) lleve tiempo comprender el porqué, hasta quizás – en ocasiones – no se comprenda nunca. Entender más que comprender. O dimensionar más que cualquier otra cosa. Dimensionar el amor que te lleva a luchar sin ni siquiera detenerte un instante en la consecuencia del dolor.


- Jugar por amor propio. Luchar, siempre, por los nuestros. Y por su amor.


Eso es Nicolás.





Virginia Magi

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