En la mesa del club todos los mediodías se hablaba de fútbol. Era ley hablar de fútbol. Siempre había algo para acotar y debatir. Los temas se iban cambiando, y un mediodía, llego la hora de hablar del 9.
“Chiche” es uno de esos tipos que tiene como frase de cabecera; “el 9 siempre tiene que estar en cancha”. No le vayas a presentar un planteo sin 9 en el once titular porque se vuelve loco. Chiche no entendía como los equipos podían jugar sin un 9, ¡con la importancia que tiene el 9!
Entre café y café, Chiche comenzó a contarles a los muchachos del bar las características que tenía su 9 soñado:
- “Control, giro, técnica, goleador nato, que sepa arrastrar marca, que asista. Un 9 que imponga un peligro constante en los defensores rivales. Que tenga guapeza para encarar y definir…”
Chiche sabía que ese 9 estaba dando vueltas por ahí. Solo tenía que encontrarlo y convencerlo para poder traerlo. Lo quería e iba a ser todo lo posible por tenerlo en su equipo.
Una mañana suena el teléfono, “¡tenes que ver a este 9 Chiche… la rompe!”, le comento – emocionado, ansioso – “Tato”, un conocido de años que vive en Rosario y le gusta mucho el fútbol.
Chiche ante esa ansiedad no dudo ni un segundo. Y a los dos días el jugador se encontraba en el pueblo para entrenar ante el cuerpo técnico y gran parte de la directiva que está presente esa tarde-noche en la cancha.
Le basto con tocar dos o tres veces la pelota para que Chiche reafirme emocionado – así como cuando jugas a la quiniela y te enteras que agarraste las cuatro cifras a la cabeza – “¡Lo encontramos!”
El Chiche era un experto en armar planteles. Casi nunca se equivocaba. Y cuando se lo veía seguro y confiado era una muestra de que todo iba a estar bien. La directiva no hizo otra cosa que darle la derecha y contratar al 9 proveniente de Coronel Aguirre.
El comienzo del apertura su equipo lo jugo sin el 9 natural. No sé qué problema había surgido con un papel y el pase de Gálvez no salía.
- ¡Para mí, estos acá nos están poniendo trabas para que el 9 no juegue, pero no van a poder, no van a poder! repetía Chiche cada vez que se hablaba en la mesa del bar sobre la ausencia del 9 contratado.
“Este va a ser un 9 del carajo, muchachos, y el resto de los equipos se van a empezar a interesar en él, acuérdense lo que este hombre con experiencia les dice…” soltó Chiche mientras levanta su mano para pedirse otro café.
Una noche el pase se habilito. El 9 empezó a jugar y a convertir. En el primer torneo termino con más goles que partidos jugados. Y en dos años ya les había marcado a los 13 clubes de la Liga.
Federación tiene un 9 del carajo. Chiche tenía razón.
Virginia Magi
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