Era lunes por la tarde y Fernando se hizo una escapada a la escuela primaria de su pueblo; aquella que fue como su casa durante todo su periodo de pre-adolescencia. Fernando no está viviendo en Los Quirquinchos – por su trabajo se encuentra en Buenos Aires – pero eso no le impide a él, hacerse una escapada cada vez que tenga un tiempito al pueblo; donde está la familia, los amigos.
Fernando es un chico que ama jugar a la pelota. El otro día, leyendo una entrevista que le realizaron para Enganche – suplemento deportivo de Pagina 12 – contó que siempre que hay una pelota entre los amigos, se ponen a jugar un picadito y eso es algo que disfruta mucho… Es que uno siempre desea hacer lo que le gusta – tanto en la vida misma como en el trabajo –. En este caso, Fernando es afortunado. ¿Por qué? Por el simple hecho de hacer lo que le gusta.
La semana previa a ese lunes por la tarde, la gente estaba entusiasmada; los alumnos que cursan en la escuela primaria, las maestras, y los vecinos. Todos. Tuve el placer de ir, y puedo dar certeza de que en el rostro de cada alumno, cada maestra, cada vecino, había entusiasmo y felicidad por la visita de Fernando. Y seguramente, un poco de nerviosismo también.
Para nosotros, los del pueblo; Fernando es el Fernando de siempre. Aquel chico que hizo las inferiores en Federación – uno de los clubes del pueblo – y con el tiempo se fue a Rosario en busca de un sueño; sueño que con esfuerzo, dedicación y sacrificio lo consiguió. Aquel que viene al pueblo a visitar a la familia y los amigos. Aquel que anda en bici con su hija y su mujer. Aquel que toma mates en la vereda de la casa de sus padres… Para nosotros, más allá de la admiración que uno siente por él; Fernando siempre será ese Fernando. Y tal vez, para el resto del mundo; Fernando será ese crack que juega al fútbol y trata tan bien a la pelota que te hace quererlo un poco más de lo que uno ya lo quiere.
Fernando, este donde este por su trabajo, nunca se olvida de Los Quirquinchos. El pueblo es su lugar. Y el siempre vuelve.
Si alguien que no es del pueblo, viene y me pregunta si Fernando aún se acuerda de donde viene, les diré convencida: Si. Y cada vez que eso suceda, me acordare de aquella emoción que le impidió continuar con su relato aquel lunes por la tarde en la Escuela Bernardino Rivadavia Nº 212 cuando se inauguró la biblioteca futbolera que llevara su nombre y apellido.
Y por más de que pase el tiempo; para nosotros, Fernando siempre será ese Fernando. Y para el resto; Fernando será Belluschi.
Virginia Magi
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