Ramiro es un muchacho de pueblo. Fue jugador y ahora es entrenador. No lo recuerdo con otro color de camiseta o representando a otro escudo. Todo se relaciona a un mismo lugar. Un mismo club. Un mismo sentimiento.
Ramiro es un enamorado del fútbol. Y de su profesión. No le alcanzan las 24 horas que tiene el día. Para él nunca es suficiente.
Vive por y para el club. Su entrega y compromiso es algo que ninguna persona del mundo puede cuestionar. El hincha lo sabe. Y se lo hace saber. El no dice nada. A lo sumo, gracias, pero nada más. No se agranda. Tampoco se adjudica logros o campañas.
Inicio.
En 2015 el club necesitaba un entrenador para afrontar el torneo. En esa búsqueda se pensó en Ramiro. La confianza se deposito en él y en su Cuerpo Técnico.
Era de la casa. El apoyo iba a estar desde el primer día. Todos, sin haberlo mencionado, sabían que se trataba de un nuevo proceso. Los resultados, quizás, no aparezcan en la primer campaña, quizás, tampoco en la segunda, pero sabían, que con el tiempo, esos resultados iban a llegar. Y la gloria, también.
Los equipos de Ramiro comenzaron a mostrar una idea clara dentro del campo de juego. Los jugadores se adaptaron a ella. Y el hincha, empezó a identificarse.
Federación, poco a poco, recuperaba su identidad.
El tiempo corría. Los partidos pasaban. Y al equipo se le hizo costumbre ubicarse dentro de los primeros ocho.
En el medio de todo esto, Ramiro y su equipo, jugaban un partido aparte contra “Karma”, rival duro que siempre encontraba la forma para dejarlos afuera de los cuatro mejores.
Sin embargo y pese a las derrotas, Ramiro, el equipo y el hincha, iban a seguir estando ahí. Todos juntos. Esperando para afrontar la próxima campaña con las mismas ganas. La misma ilusión. El mismo sueño.
2017.
Año especial. Y lo es por diferentes razones.
Ramiro, no solo era el entrenador del primer equipo. El 2017 también lo encontraba como técnico de las divisiones inferiores.
El hincha no se había equivocado en creer que era un proceso a largo plazo. Y mucho menos la comisión directica en su elección.
Desde aquel 2015, cada temporada, Federación renovaba su compromiso con Ramiro. Y Ramiro con Federación. Ambos confiaban en que las satisfacciones y las buenas, estaban al caer. Y así fue.
Clausura 2017: Federación derrota a Alianza y en su partido paralelo, derrota a “Karma”.
Todo lo que venga después de aquella noche de viernes, no es casualidad.
Mismo año. Mismo torneo. Federación campeón del Clausura. Y el trabajo en las Inferiores tuvo su crecimiento.
2018.
El equipo pelea el Apertura pero una injusticia le arrebata el sueño de ser semifinalista.
Clasificación a curtos de final de Copa Santa Fe. ¿Rival? Rosario Central. ¿Estadio? Gigante de Arroyito.
El equipo de Ramiro, otra vez, en la final del Clausura.
2019.
Los intereses comenzaron a aumentar. Era entendible. Otros clubes lo querían y venían por él. ¿Se va? ¿Se queda? Ante tantos rumores el hincha no tenia respuestas pero si el deseo de que siga un año más.
Ramiro decidió renovar su compromiso con el club que ama y al cual tanto tiempo le dedica.
El hincha agradeció sin habérselo hecho saber. Y agradeció, como lo hizo al final de cada temporada desde aquel 2015 donde todo esto empezó.
Tal vez, su respuesta sea la misma de siempre; es algo de todos.
Virginia Magi
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