Ellos. Nosotros.

No fue nuestra mejor eliminatoria, es verdad. El camino estuvo lleno de obstáculos, pero este equipo – con algunas modificaciones, ¡varias diría! – siempre dio pelea. Nunca dejo de luchar. Nunca dejo de creer.

Teníamos que ir a Ecuador. Teníamos que ganar para viajar a Rusia. Era nuestro último boleto. ¿Todos confiaban que ese último boleto iba a ser nuestro? No lo sé. Tal vez no. Pero de seguro, la mayoría de nosotros, confiaba. Así como confiaban ellos.

Todo el camino a Rusia tuvo obstáculos. ¡¿Por qué el último partido debía ser la excepción?!

Minuto de juego; gol de Ecuador. El equipo debía ganar o ganar para asegurar su boleto. Si empataba, debía esperar resultados y sacar cuentas después. Todo parecía desmoronarse, pero en ese mismo momento, el diez tomo las riendas. Tomo la pelota y avanzo. Jugo y se comprometió al igual que el resto del equipo. Jugo y disfruto…

Argentina había ganado. Argentina viajaría a Rusia. Argentina se había quedado con ese último boleto. Y la confianza de aquellos que casi con seguridad sabían que ese boleto seria nuestro, se fortaleció. Y los que no confiaban, comenzaron a confiar.

El camino a Rusia tuvo obstáculos. Bastante, diría. Sin embargo, ellos, con la ayuda de nosotros, pudieron derribar esos obstáculos. Pero, ¿si el camino a Rusia tuvo obstáculos, porque el Mundial debería ser la excepción? ¿Y si ellos, con la ayuda de nosotros, pudieron derribar esos obstáculos, porque no derribar los que se nos presenten en esta cita mundialista?

Recién es el comienzo de este sueño. El equipo no gano, pero empato. Y dicen, por ahí, que lo más importante es no perder el primer partido.

Y si nosotros, cuando ellos más nos necesitaban, confiamos y estuvimos ahí. ¿Por qué perder la confianza ahora? ¿Por qué no estar? Confiemos, como siempre lo hicimos. Apoyemos y no restemos con comentarios negativos. Soñemos. Imaginemos. Y cuidemos la ilusión. O si queres, ilusiónate, pero solo con aquellos que son de Argentina como vos.

Virginia Magi