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Foto del escritorVirginia Magi

El primo de Gastón


Temperley

“El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar de pasión”.


Era domingo por la noche y estaba mirando “Paso a Paso” – un programa tradicional –. En el momento que veía el resumen de Temperley – Vélez y escuchaba hablar a los hinchas del “Gasolero” sobre la situación dura y triste que pasa el club, se me vino a la mente ese fragmento de la película, “El Secreto de sus Ojos”. Y ahí, me acorde del primo de Gastón.


Gastón y su primo, se juntaban a tomar su café – como cada noche después de la fecha de la Liga Regional – en el club del barrio. Se tocaban muchos temas en esa mesa futbolera; uno de esos era “el amor por la Institución”.


Gastón era hincha de Temperley. Y siempre, como en toda familia, hay alguien que nos trasmite esa pasión por un equipo de fútbol y ese amor hacia una Institución. Un amor tan fuerte, que es imposible que alguien pueda dejar de sentir. “Mira que no somos el típico equipo que está acostumbrado a ganar. Somos de los que se caen y se vuelven a levantar. Somos de los que lucha”, le dice Gastón – con tono de advertencia – a su primo cuando le contó que él, también era hincha del “Gasolero”. “Ya lo sé, Gastón. No voy a querer al equipo por lo que gana. Lo voy a querer por lo que me genera adentro. Así, como lo queres vos”.


La advertencia de Gastón era, solamente, porque sabía lo que estaba a punto de venir. Y tal vez, quien te dice, podría evitar que su primo derrame lágrimas de tristeza.


Gastón podía decirle un montón de cosas a su primo, pero nada, iba a hacer que cambie de opinión. Mejor dicho, de pasión. Lo que no sabía Gastón, era que su primo no se había hecho hincha de Temperley por él. Si no, por su abuelo.


El primo de Gastón creció escuchando la historia del “Gasolero”, mientras compartía unos mates amargos con su abuelo bajo la sombra del sauce que estaba al costado de su casa.


Si había algo que le gustaba al primo de Gastón, era escuchar las historias que su abuelo le contaba. Y no importaba si la historia – por momentos – era triste, como la vez que le contó sobre la quiebra que sufrió el club, allá por el año 1989. O las veces que toco descender. Lo único que le importaba, era que su abuelo le cuente historias. Nadie lo sabía, pero fueron esos relatos, los que hicieron que el primo de Gastón se haga hincha de Temperley. Fue el amor de su abuelo, lo que lo llevo a querer tanto a esta Institución.


Temperley puede descender. Puede volver. Incluso, volver a descender. Pero nada, alejara el sentimiento que el primo de Gastón tiene por el “Gasolero”. Ni las advertencias de Gastón, ni el duro presente que atraviesa la Institución. Nada. Porque así como aquella frase mencionada al comienzo; “Uno puede cambiar de todo, menos de pasión”.


Virginia Magi

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