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Foto del escritorVirginia Magi

El equipo del 87 y una gloria que jamás se olvidara…


Equipo de Federación de 1987

Era domingo por la mañana. El abuelo Atilio se encontraba sentado bajo la sombra del árbol de Tilo florecido que había plantado hace tiempo atrás, en uno de los frentes de su casa; con el mate en la mano, una foto sobre su pierna, con dirección a la cancha de sus amores. El abuelo Atilio vivió siempre en la casita de al lado de la cancha de Federación. Su equipo de toda la vida. En la previa de los partidos, el nieto del abuelo Atilio, lo visitaba. Hablaban de fútbol, contaban historias y anécdotas que lo llevaban a viajar en el tiempo.


Ese domingo por la mañana, mientras disfrutaban de la sombra del Tilo florecido y unos mates amargos, el abuelo Atilio miro la foto y recordó que se aproximaba el Aniversario Nº 30 del primer título que obtuvo el Club Atlético Federación. El nieto, al ver emocionado al abuelo Atilio por aquel recuerdo, le pidió por favor que le cuente esa historia. Atilio, sin dudarlo y con sus ojos humedecidos comenzó a narrar lo que sucedió aquella noche cálida de noviembre de 1987.


El equipo del 87 era bárbaro, mi niño. No solo por como jugaban – que prácticamente ese campeonato lo ganaron solos, de punta a punta – si no, por la calidad humana que había dentro de ese grupo. En ese momento, el nieto del abuelo Atilio decidió ir hasta la cocina a calentar más agua – ¡no vaya a ser cosa que la narración sea interrumpida! – para luego acomodarse y escuchar detenidamente aquel recuerdo que hasta hoy, humedecen los ojos del abuelo Atilio.


¿Y te acuerdas de ese equipo, abuelo? – Preguntó el nieto – claro, mi niño. Me acuerdo tanto como si ellos fueran los que pisasen hoy ese campo de juego. – señala Atilio con su brazo derecho la cancha del Club Atlético Federación –. ¿Y qué me podes decir de ellos, abuelo? Tantas cosas…


Mira, - el abuelo Atilio señala la foto – el de acá arriba es Victoriano Giménez, él quería ser campeón siendo titular. ¿Y lo consiguió? – Interrumpe el nieto – claro que sí. Tuvo que pasar varios obstáculos pero lo consiguió. Este que esta acá al lado es el Negro Hernández, Ariel se llamaba; vino acá después de su paso por Ferro. ¿Y este? – vuelve a interrumpir el nieto – este es el Beto Broglia, un 9 muy potente, ¡98 goles en dos años hizo!, un artillero rival de tantos clásicos.


De vez en cuando, mejor dicho, entre jugador y jugador, el abuelo Atilio hace una pausa y suspira profundo. Como si en ese suspiro estarían grabadas las anécdotas, las jugadas, de aquel equipo del 87…


Mientras el abuelo Atilio disfruta de cada pausa, cada suspiro. Su nieto sigue estando ahí - sentado en la silla de enfrente, terminando de tomar el mate para cebar otro y dárselo a Atilio – mirándolo fijo, con admiración. Entendiendo, quizás, desde afuera lo que significó para su abuelo aquello que paso el 6 de noviembre de 1987.


Toma abuelo, el mate. ¿Este acá es Jorge, no? Sigue estando igual que ahora. – Retoma la charla el nieto de Atilio – Así es, mi niño; Jorge pudo haber defendido otros colores en aquel tiempo, pero su ilusión era salir campeón acá. Y lo logro. ¡Míralo a pájaro! – Se expresa con una sonrisa el abuelo Atilio – Raúl se llamaba; era de Rosario. Un tipo bárbaro, caballero, de esas personas que uno siempre querrá. El de esta punta era Carlos Gómez; jugo en la primera división del fútbol argentino y también afuera. ¿Y este que esta acá abajo abuelo? – El nieto vuelve a anticipar al abuelo Atilio – ese de ahí es Sergio Flores; producto de las inferiores del club. ¿Y el del al lado? El de al lado es Mattiello; llevaba la 10. Un jugador creativo, con pases magistrales. Este acá del medio no lo vas a conocer…el Negro Avalos; un tipo respetuoso, silencioso, trabajador. Jugaba de 8. ¿Y este abuelo? – El nieto señala con su dedo índice al único tipo que tenía barba en la foto - ¿Este es Edgardo? Los hermanos Magi están igual que ahora – una sonrisa aparece en el rosto de ambos –. Así es mi niño; garra y corazón. Por sus venas corre el azul y blanco. El Code fue quien hizo el gol del campeonato. ¿Y este abuelo?, ese es el Sordo Huber; un jugador muy virtuoso.


Acá te nombre solo once jugadores, mi niño. Había más. En el plantel completo eran 27. ¿Y te acordas los nombres, abuelo? ¡Cómo no me los voy a acordar!; Luna, Centurión, Scozziero, Altimir, Broglia, Díaz, Montechiari, Delmaschio, Bucella, Mancinelli, Rodriguez, Torres, Godoy, Tozzi y Miguez. Y el técnico en aquel entonces era Cerliani…

Pero sobre todo mi niño – reafirma convencido el abuelo Atilio – todos los que formaban parte de ese plantel; desde el cuerpo técnico a los jugadores, eran responsables, compañeros y excelentes personas. Eso es lo más importante.


El abuelo Atilio vuelve a suspirar y también, vuelve a recordar…


Pero tenes que saber algo mi niño – el abuelo Atilio se pone en modo del abuelo reflexivo – a veces, las personas no podemos cumplir aquello que deseamos. Por más de que aquello que deseamos sea con el corazón, no se puede. A veces, otras personas son las únicas que pueden cumplir ese deseo. Ese sueño. En el 87, fueron ellos los encargados de cumplir esa misión. Y lo consiguieron.


Que equipo aquel del 87, se expresa el abuelo Atilio emocionado. Que hermosa alegría nos dieron. Lo que sucedió aquella noche cálida de noviembre jamás se olvidará, mi niño; el Norman Montechiari repleto, la gente con ilusión en sus ojos, el deseo de gritar “Campeón” por primera vez…. Fueron tantas cosas. Y mira cómo será el destino, que a 30 años del primer campeonato logrado, Federación juega otra final. ¿Y crees que se nos va a dar, abuelo? Ojala que sí, mi niño. Aunque el fútbol a veces sea jodido, creo en los que están hoy.


Virginia Magi

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