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Foto del escritorVirginia Magi

El consejo del abuelo

Actualizado: 29 jun 2018



En busca de un sueño

Hermoso y rebelde

En busca de un sueño

Que gana y que pierde…


El cordobés de chico soñaba. Soñaba mucho. Y soñaba, porque su abuelo le había mencionado una tarde que la vida estaba hecha de sueños.


En diagonal a su casa, había una canchita. El cordobés, ahí, pasaba la mayor parte del día. Si había algo que amaba el cordobés, era jugar a la pelota. El campo de juego era de tierra, bien de potrero, y el arco eran tres líneas pintadas de color blanco sobre una pared gris. Ahí, el cordobés, se pasaba horas y horas peloteando con una pelota de cuero marrón clarita, imaginando, disfrutando. Nada lo hacía más feliz que eso. Y Raúl, su abuelo, cuando no tenía que hacer ningún trabajo, lo acompañaba.


En esas tardes de fulbito, Raúl, le indicaba los movimientos que tenía que hacer para mejorar y conversaban.


En una de esas tantas tardes – mientras se tomaron una pausa para conversar –, aquello que el abuelo le supo decir en algún momento a su nieto, se conversó. ¡El cordobés tenía un sueño! Y como Raúl, le menciono que la vida estaba hecha de sueños, quería contárselo. Tal vez, el abuelo Raúl, lo acompañaba y el cordobés emprendería – de una vez por todas – su viaje en busca de aquel sueño.


El cordobés tenía algo especial. Al mirar sus ojos, uno se daba cuenta de que lo que deseaba, lo deseaba con el corazón. Y al abuelo Raúl, que ya lo conocía bastante, le basto con solo mirarlo una vez para entender que ir en busca de esa suerte, era lo que quería. En ese mismo momento, sin dudar ni un solo segundo, Raúl apoyo su mano sobre la cabeza de su nieto y sonrió. El cordobés, interpreto a la perfección la respuesta de su abuelo. Al fin y al cabo, había sido él, quien le menciono aquella tarde que la vida estaba hecha de sueños.


“Sueño con ser, algún día, jugador de fútbol profesional”, era lo le había dicho el cordobés a su abuelo Raúl, aquella tarde mientras conversaban. Y sin perder más tiempo, a la mañana siguiente, en ese bolso negro azulado, el cordobés, cargo sus botines, la pelota, un poco de ropa y la ilusión de poder ser, algún día, eso que tanto soñó.


El cordobés sabía que no iba a ser un camino fácil. Y entendía, que entrar en ese mundo del fútbol, tampoco. Es por eso, que el abuelo Raúl – cada vez que charlaban – no dejaba de repetirle, que este siempre con los pies sobre la tierra. Que cuide el sueño y la ilusión. Que se mantenga dentro de la realidad. Y que si no se daba, no se daba, que eso era algo que estaba dentro de las posibilidades. Y que pase lo que pase, nunca deje de hacer eso que tanto ama y apasiona.


El cordobés tomo cada consejo del abuelo Raúl y los guardo en ese bolso negro azulado lleno de ilusión. Ato los cordones de sus botines y emprendió viaje…


En la situación del cordobés, se encuentran muchos chicos. Algunos permanecen en el camino, y otros, se deben volver a casa. Fiel reflejo de lo difícil que es esta profesión.


El cordobés tuvo la suerte de contar con los consejos de su abuelo aquellas tardes de fulbito. Y es por eso, que nunca dejo de jugar. Por más de que la oportunidad no llegue, el sueño se evapore, nunca dejo de hacer eso que tanto ama. Eso que tanto le apasiona.


Virginia Magi

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