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Foto del escritorVirginia Magi

Comprendiendo a la vida


Angel Di Maria y Leonel Messi, celebrando el gol del triunfo en el Maracana. (Foto; Tato Pagano)

- ¡Muchachos! Irrumpe Ángel, levantando la pelota y lanzándola donde estaban el resto de sus amigos.


- ¿Arrancamos?


(…) El silencio hablo por sí solo, la conversación que estaban teniendo en ese preciso momento era demasiado profunda como para cortar y jugar, así como así, como si no hubiesen hablado nada o como si ese tema no hiciera ningún ruido en la cabeza. Hablar de sueños, de deseos, de la vida, era el mejor pasatiempo que tenían después del fútbol. El compartir con el otro los hacía mejores en ambos ámbitos; dentro de la canchita, como fuera de ella. Los potenciaba, y a su vez, los unía en una amistad que hasta ese entonces ya prometía trascender el tiempo.


- Mi vieja dice siempre que los deseos que nacen desde el corazón son más propensos a cumplirse. Y que lo son, porque según Ricardo, amigo de la familia – filósofo de aquellos, según el viejo – aseguraba que el corazón tenía una fuerza casi sobrenatural que llevaba a reconocer cuando el deseo nacía desde el lado más profundo, puro, real de aquel órgano que en cada latido nos da vida. Al principio creíamos que aquello lo decía para que nos convenciéramos de que todo lo que deseábamos o iríamos a desear en la vida, lo hiciésemos con el corazón, y desde el corazón, pero cuando aquello que decía la vieja se transformo en la frase que acompañaría el “buenas noches”, nos detuvimos a pensar que quizás estábamos equivocados, que no era para convencernos solamente, y que tal vez, esto no era más que la realidad, o una certeza (casi) absoluta.


Las charlas que se daban antes o después de los partidos terminaban siendo más de la vida que del partido en sí. O quizás, de ambos, porque según ellos, el fútbol tiene mucho de la vida, y la vida tiene mucho del fútbol. Y a esa charla, sentados en círculo en algún rincón de la canchita que se encontraba en la esquina del club, no le faltaba nunca su lado filosófico. El partido se jugaba a morir, cinco contra cinco y que gane el mejor, pero una vez que el partido se daba por finalizado, la amistad se adueñaba de aquella rivalidad momentánea y todo volvía a ser como era.


- En la vida, si no hacemos las cosas con el corazón, es muy probable que no salga como uno la espera. Lo mismo pasa con el deseo.

Hablar de todo aquello los sumergía en un profundo vaivén de sentimientos, de palabras, de situaciones que los convertía – dentro de ese contexto que se creaba – en expertos, sin dejar de ser esos pibes que se divierten como niños jugando a la pelota.

- Quizás uno este mucho tiempo deseando – con el corazón – algo que no se da. Pasa el tiempo y no se da, no llega. Y es muy probable que ese tiempo que pasa te lleve a creer, o a pensar, que por ahí, no es para vos, que eso que deseaste en ese momento (o lugar) queda como lo que es; un deseo, y nada más. Pero ahí, en esa duda, el corazón te obliga – hasta de una manera casi inconsciente, si se quiere – a seguir y te pone de nuevo en esa búsqueda. Persiguiendo aquella ilusión que te mantiene vivo.


Los padres de Lionel lo llamaron así por el diez del seleccionado nacional. Lio, el pibe de pueblo, el que ama jugar a la pelota con sus amigos, relaciona mucho la vida con el fútbol y también con el diez. Relaciona y asocia. El se convenció, y no solo se convenció a él, también convenció a sus hermanos y al resto de los amigos, que el diez del seleccionado, y del Barcelona, cuando decidió seguir después de aquella posibilidad de dar un paso al costado que puso en vilo a todo el mundo, lo hizo, porque el corazón hizo que siguiera. Porque el amor que sentía por la camiseta de la selección de su país era mucho más fuerte de lo que el resto de la gente creía. Y que ese amor, esa pasión, hicieron que ese deseo, ese de ganar algo con la selección que tantas noches le quito el sueño, vuelva a nacer. Con mas fuerzas, con más ganas, con más corazón, con más ilusión. Lo mismo pensaba de Ángel, no de su amigo – al cual sus viejos le habían puesto así por aquel pibito de Rosario que hasta el día de hoy triunfa en Europa – si no de Di María, de aquel que prefiere defender la casaca de su país sin importar que lo insulten (sin razón), el que decide venir (cada vez), a pesar de que sus amigos le hayan aconsejado que no reniegue, que se quede tranquilo, tomando un café en la Torre Eiffel.


- Messi, Di María, siempre nos dan convicción, esperanza, alegría. Si ellos están, todo es un poco mejor. Vos los ves, y sabes que tienen ganas de estar, de luchar, de derribar los miles de obstáculos o calificativos que se pongan adelante. Basta con verlos, solo una vez, para darse cuenta que la celeste y blanca esta por delante de todo (y de todos), y que al mismo tiempo esa es la armadura que los lleva a aguantar todas aquellas palabras en formas de balas que reciben. Porque el corazón así lo desea.


- Tiene razón. A veces nos detenemos a pensar, o nos preguntamos una y otra vez, por qué, o que lo hace seguir viniendo, cuando la respuesta quizás se esconde a la vista de todos. Y que de seguro, lo digo casi con el mismo convencimiento que me da verlos jugar, es esa; porque el (su) corazón así lo desea.

Este grupo de amigos que se junta en la canchita de la esquina del club a jugar a la pelota, a divertirse, es, sin lugar a dudas, un grupo de soñadores. Y quizás, por esa razón, asocian toda situación o ejemplo que ponen en la vida con estos jugadores. Cada uno de ellos cree, que Leo, Ángel, son dos soñadores. Que sueñan todo el tiempo, algunas veces en silencio, otras no tanto, pero sueñan. Siempre. Constantemente.


- Mi abuela, que al igual que mi vieja, sostiene que los deseos que nacen desde el corazón son más propensos a cumplirse, dice siempre que a estos chicos – en alusión a Leo y a Ángel –, la vida los encuentra soñando todo el tiempo. Y que habían logrado todo lo que lograron hasta el momento, por eso. Lo justifica diciendo que cuando uno sueño, imagina, y que tanto Messi como Di María habían soñado-imaginado tanto cada uno de esos momentos que la fuerza del corazón hizo que convenciese a la razón, y a la lógica, y no deje esos deseos pendientes. Y que en el mejor de los casos, sean cumplidos.

Cuando una de esas charlas se adueñaba de aquellas tardes de fulbito, el camino de vuelta a casa se basaba en repasar lo que habían conversado, en pausar el dialogo si alguna palabra ameritaba un pensamiento más profundo y en tratar de entender un poco más de que va la vida.


- Desear es soñar, es perseguir aquella ilusión que nos mantiene vivos todo el tiempo. Desearlo con el corazón es acercarse a ello. Y en el mejor de los casos, poder lograrlo.


Rodri dejo salir esas palabras de su boca convencido de que el viento haría su trabajo, pero eso no paso, al levantar la cabeza se encontró con la mirada de sus amigos, que al escucharlo detuvieron el paso y lo miraron con una extraña curiosidad, pensando – tal vez – que fue lo que lo llevo a soltar esas palabras al viento, sin dialogo previo.


- ¿Qué pasa?


- Que te escuchamos, eso pasa.


Rodri sonrió, haciendo un gesto como que no pasa nada, que es su costado filosófico que florece sin dar aviso. El resto devolvió la sonrisa, suponiendo que Rodri iba a dejar el asunto ahí, como pasa siempre. Pero no. Esta vez fue diferente…


- Pensaba en la conversación que tuvimos hace un rato, en los deseos, los sueños, en la vida... Pensaba en aquello que dice tu vieja, Lio, o tu abuela, en los deseos que nacen del corazón y en que nos encontramos soñando todo el tiempo, aun sin darnos cuenta que lo estamos haciendo. A veces la cabeza nos regala estos mambos (hermosos) para pausar un poco la intensidad en la que vivimos y plantearse cosas. No se.


(…) Cuando Rodri habla, el resto escucha atento. No es de esos pibes que les gusta hablar mucho, pero cuando lo hace…


- Cada día me convenzo mas de que sí, de que los deseos que nacen del corazón son más propensos a cumplirse, y también, de que los sueños tienen mucho que ver con ese deseo que se busca, que se persigue. Y si no míralos a Messi, a Di María. Tipos que soñaron con ganar algo con la selección toda su vida, tipos que tuvieron que gambetear más prejuicios afuera que hombres adentro de la cancha, ¡y mira que se bancaron cosas eh!, ¿y porque te crees que lo hicieron? por el deseo, por la ilusión de gritar campeón con Argentina. A ellos la vida se los negó durante mucho tiempo, pero así y todo siguieron, porque aquella ilusión los mantuvo vivos. Y mira…


- Somos campeones de América.


- Creo que la vida se trata un poco de eso.


Los muchachos se encontraron sonriendo, complacidos, con un brillo en los ojos que difícilmente – fuera de esa complicidad – pudiese comprenderse.




Virginia Magi

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4 Comments


Andrea Mattioli
Andrea Mattioli
Jul 22, 2021

Que lindo Virgi!! 👏🤗

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Virginia  Magi
Virginia Magi
Jul 22, 2021
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Muchas gracias, Andre! ❤

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Matias Mondino
Matias Mondino
Jul 21, 2021

Terrible cuento Virgi!!!

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Virginia  Magi
Virginia Magi
Jul 21, 2021
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Muchas gracias, Mati! 🤍

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