Cabalas en el fútbol

¿Existen las cábalas en el fútbol? pregunta que se suele hacer bastante seguido Braulio.

Braulio, era el primo de Jiménez, futbolero de ley y un poco cabulero aunque él no lo reconozca.

Braulio era bastante curioso. Jiménez siempre le aconsejaba que estudie periodismo. Decía que con lo caradura que era y lo preguntón, podía llegar lejos, pero Braulio poca bola le daba. No tenía intenciones de estudiar, laburaba en la semana con su hermano en el campo y eso lo tenía contento. Además estaba en el pueblo y no tenía que viajar en la semana a la ciudad, que para decir verdad, prefería más la tranquilidad de su lugar…

Jiménez, todas las mañanas de verano se pone a tomar mates en la vereda, bajo la sombra. Braulio siempre pasa por ahí y lo acompaña. Hablan de fútbol.

En la mañana del lunes, Jiménez estaba pensativo. Hacía tiempo que no se ponía a pensar en la importancia de la cábala en el fútbol. En su etapa de jugador, allá por los años 90’, algunas le funcionaban y otras, no tanto. Jiménez – después de su retiro – había dejado de creer en las cábalas hasta ese lunes por la mañana.

Había jugado Dorados de visitante el partido de vuelta de la final del torneo apertura del ascenso MX. Todos los partidos del equipo del Diego lo habían visto junto a Braulio. Ese domingo por la noche, lo vio solo. Dorados cayó y se quedó con las manos vacías. ¿Qué hubiese pasado si Braulio estaba? ¿Hubiese cambiado algo? Comenzó a preguntarse…

“Perdió el equipo del Diego, amigo, no lo vimos junto y rompimos la cábala”. Braulio deja salir esas palabras de su boca mientras se acomoda para agarrar el mate. Sin darse cuenta, menciono lo que Jiménez estaba pensando.

- ¿Seguís sin creer en las cábalas, Jiménez? Braulio sabía que su amigo había dejado de creer en eso después del retiro, pero aun así decidió preguntar.

- Jiménez, pensativo, asiente con la cabeza pero no emite sonido. No dice nada.

- ¿Existen las cábalas en el fútbol? Te lo pregunto de verdad… ¿Vos que pensas?

Jiménez tuvo cábalas cuando jugaba, no tantas, pero si algunas. Siempre cuenta que cuando una no le funcionaba, buscaba otra, y si esa le daba resultado seguía con esa hasta que pase lo contrario, pero nunca contaba cuales eran. Braulio solía preguntarle sobre eso. Era un tema que le interesaba y le daba curiosidad.

Se acuerda casi de memoria la cábala que tenía el “Tati”, compañero de Jiménez en Ferro, que si o si tenía que entrar con el pie derecho al vestuario, si no, no podía jugar. También la de “Pedro”, quien se debía persignar antes de ingresar al campo de juego, o la del “Luis” y su calzoncillo rojo, entre otras más…pero la de su amigo no la conocía.

- ¿Y vos cual tenías? interrumpe Braulio…

- ¡Ves, te dije que tenías que estudiar periodismo! Jiménez se ríe.

- Contame, dale. Deja de hacerte el misterioso.

Jiménez sabía que Braulio tenía razón. ¿Por qué tanto misterio? Algún día se la iba a contar y que mejor momento de hacerlo que después del partido de anoche.

- “Antes de hacer la entrada en calor me ponía una medallita que me había regalado mi hermano dentro de la media… esa era una, cuando me dejo de funcionar, comencé a rezar antes de que arranque el partido. Y con esa me retire…”

- ¿Y creías en eso, Jiménez?

- Yo sigo sosteniendo que son cosas del momento y puede que también sea un poco psicológico. Si vos haces algo en la previa de un partido y eso te da resultado, al otro partido vas a hacer lo mismo y automáticamente, sin pensarlo, crees en las “cábalas”. No solo le pasa al jugador, también al hincha.

- ¿Sentís que si no hubiésemos visto el partido separados, tal vez, el Diego gritaba campeón?

Jiménez no responde enseguida, solamente lo mira. Braulio entiende perfecto la respuesta.

- No lo sé, amigo. No lo sé. El hecho de seguir la campaña de Dorados juntos le había traído suerte al Diego, fallamos en la última y mira lo que paso… que se yo, tal vez sean cosas de la cabeza, pero bueno, te lleva a replanteártelo, ¿no crees?

¿Existen las cábalas en el fútbol? Jiménez y Braulio no tienen una respuesta exacta. Quizás, otro, si la tenga.

Mientras tanto, ambos, siguen tomando mates debajo de la sombra lamentándose por no haberlo visto al Diego gritar campeón como entrenador.

Virginia Magi