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Foto del escritorVirginia Magi

Partida (casi) perfecta


Cada partido tiene un objetivo. En base al objetivo, se planifica la partida.


Esta vez, a comparación de los cuartos de final, el escenario era distinto. Federación se encontraba en ventaja con todas sus piezas dentro. Mismo equipo, diferente rival, distinta condición.


La rana llegaba a Arteaga con una victoria ajustada. Victoria que lo mantendría despierto y concentrado, atento a cada movimiento del rival y a su vez, a sus propios movimientos. Conociendo al que estaba enfrente (y entendiendo que en su cancha, con espacios, se hacen fuertes) eran conscientes de que no debían tener margen de error. Cualquier paso en falso que diera el equipo dificultaría las cosas.


Al momento de pensar una nueva partida se analiza el contexto y la situación; si la derrota es quien lidera la partida, el juego suele ser pensado de una manera más vertical y profunda. Si la victoria es quien lidera, la forma cambia. No así el foco. El objetivo es claro y ganar es una obviedad, pero en esto, el “como” tiene mucho que ver aunque a veces eso se ponga en duda.


Los objetivos suelen ser distintos pero iguales a la vez, los planteos similares; distintos pero con la misma finalidad. Dos equipos, dos planteos diferentes.


No siempre sucede, pero que no suceda (o influya), no quiere decir que no lo están. El entrenador es dueño y responsable directo del planteo pero no así, de los condimentos externos que suele tener un partido de fútbol; el rendimiento del jugador esa tarde, la falta de efectividad, el azar. Condimentos que en la derrota terminan opacando el buen trabajo realizado.


Analizando el contexto sobre el que estaba parado Arteaga, Bravo dispondría un equipo que busque lastimar desde un primer momento; convertir y que no le conviertan, de lo contrario se quedaría con las manos vacías. La derrota lideraba la partida; verticalidad y profundidad. No había otra forma. González, en cambio, estaba parado sobre un contexto más favorable, pero que sea favorable no lo hacía menos difícil.


La efectividad fue la clave de esta serie, condimento ajeno al entrenador pero cercano al destino del azar. Arteaga ganó la partida de vuelta e igualo la serie porque encontró en su arquero, al minuto 95, la efectividad que no pudo en sus delanteros. Los penales suelen ser trabajo y azar; el local acertó más que la visita y se quedó con el boleto a una nueva final.


Si bien es verdad que Federación perdió su partida, sostengo que la perdió de la línea para dentro. ¿Por qué? El planteo de González se sobrepuso al de Bravo. “Pincha” volvió a jugar una partida de ajedrez; supo neutralizar a Capelli con una doble marca, logro que González (9) no este cómodo y contrarresto el medio, bloqueando además los disparos de media distancia (otra de las armas que caracterizan a este Arteaga). El ranero tuvo mas a favor que en contra en estos 180 minutos, pero la eliminación se termina llevando todas las miradas.


El entrenador puede controlar el trabajo planificado en la semana pero no así el destino que el fútbol tiene preparado para él. Esta vez hubo “jaque” sin “mate”.


Virginia Magi

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1 Comment


josemarialastra295
Nov 04, 2019

Tal cual lo describiste, así se dío y así fue...saludos

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