El arranque del equipo del abuelo Atilio y el tío Alfredo en el torneo regional no fue el que se esperaba. Es verdad. Pero no por eso, iban a perder la ilusión. No. Es difícil que se pierda la ilusión.
Podes arrancar ganando, perdiendo o empatando, que siempre va a estar la ilusión de que la cosa mejore. Por más que el torneo cueste, la idea no aparezca o los resultados no se den, uno cuenta con esa ilusión. Lo sabía el abuelo Atilio y también, el tío Alfredo.
Así como ellos, el hincha también entiende de situaciones difíciles, y es por eso que jamás dejara a su equipo solo. Siempre va a estar ahí; sentado en un tablón de la tribuna, cerca de los vestuarios, en el portón de la entrada, en el mástil, atrás del arco, sobre el tejido, caminando por el predio, donde sea. Pero ahí. Siempre está ahí.
El hincha nunca estará solo. Siempre estarán acompañados por la ilusión. Atilio y Alfredo aconsejan que la cuiden. Que no se la muestren a nadie. O tal vez sí; solo a aquellos que sienten la misma pasión que uno. Y no lo decían por egoísmo. Si no, porque entendían que era algo frágil. Y al cuidarla, al menos los primeros partidos, evitarían que se rompa fácilmente.
Es por eso, que en cada comienzo de campeonato, el abuelo Atilio, el tío Alfredo y el hincha están tranquilos. Un poco ansiosos y con dudas, pero tranquilos. Porque cada uno sabe, que tiene una ilusión y que la situación – tarde o temprano – mejorara. Y es justo eso, lo que lo hace seguir estando ahí.
Virginia Magi
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