Ellos juegan. Y ellas también.

Pequeños acontecimientos, grandes trocitos de libertad,

Imagina por un momento, imagina que se hacen realidad,

Cuentos mágicos, señales que no hablan,

Recuerdos y deseos que aumentan la esperanza…

Son niñas. Y juegan al fútbol. Ellos son niños. Y las aceptan. Entienden, aun con su inocencia de niño, las cosas esenciales que tiene la vida.

Cuando son niños, y aunque parezca que por ser niños no entienden la realidad de la vida, sucede que a veces, en las cosas esenciales, entienden más que nosotros.

Los sueños, sueños son. Y muchas veces esos sueños están hechos de ilusiones. Tal vez, ellos, comprendieron que ellas, tienen los mismos sueños. Las mismas ilusiones. Los mismos derechos.

Comprenden y muestran, con ese tipo de acciones, que nadie es quien para quitarles las distintas posibilidades que la vida tiene preparadas para ellas, al igual que las tiene preparadas para ellos, para nosotros. Comprenden y nos hacen comprender, que de eso trata esto.

Si ellos pueden soñar con jugar a la pelota en estadios llenos, con que la gente coree su nombre, con marcar un gol y dedicárselo a las personas que más quieren, ¿Por qué ellas no?, aun así, soñando con jugar en la cancha del equipo del pueblo o jugando en aquellos potreros que aún permanecen vivos.

Si ellos juegan. Ellas, ¿Por qué no van a poder?

El fútbol es de ese tipo de deportes que solo basta con tener una pelota y un espacio donde jugar para imaginar y ser feliz. Donde en la imaginación puede haber sueños, que con el tiempo, se vuelven realidad.

Dentro de ese espacio no importa religión, género o edad. Solo importa una cosa; jugar.

Jugar y ser feliz. Divertirse. Compartir momentos… y sueños.

Lo más esencial y puro de la vida sigue estando ahí, en la infancia de ellos y de ellas, como lo estuvo también en la infancia de cada uno de los que hoy ya no son – o somos – tan niños.

Esta ahí. En ese lugar. En su inocencia. En sus sueños. Y en sus ilusiones.

Virginia Magi